Historia
La Casa Torcida se ha convertido, en los últimos años, en referencia arquitectónica singular del Casco Histórico de Saldaña. La edad de la construcción se calcula hacia finales del siglo XVI y XVII. A pesar de no haber encontrado documentación fehaciente y fidedigna de sus orígenes, se intuye cierta importancia de sus habitantes originales por el labrado de los elementos decorativos de la fachada (lo que queda de ellos), y la proximidad con la Casa del Marqués, probablemente perteneciera a un mayordomo o algún hidalgo de rango inferior al noble principal de la zona. La técnica constructiva originaria es de poste y carrera, enfoscado y revestido exteriormente con cal. En la actualidad, tras la última restauración de la fachada por La Escuela Taller de Saldaña, se dejó visto el entramado original, para mostrar al desnudo la acción de las fuerzas que han movido la estructura a tal extremo. La causa de este movimiento, contra las teorías vernáculas que defendían que se había construido originalmente así, nada más lejos de la realidad, se origina en el comportamiento de la cimentación. Lo aclaramos, la escorrentía de aguas desde La Morterona, zona donde se encontraba el Castillo de los Condes de Saldaña, un poquito más arriba de donde se hallan las ruinas del actual Castillo de Dña. Urraca, pasaba circunvalando la iglesia de San Pedro (Museo de la Villa Romana de La Olmeda), y bajando por la calle, paralela a las fachadas de las casas hasta estrellarse de frente en la fachada de nuestra “Casa Torcida” para cambiar su dirección y seguir su rumbo hacia la Plaza del Ayuntamiento. La acción continuada del agua, en tiempos en los que no existían colectores, ni el pavimento existía en la capa superior, hacía que la escorrentía se filtrara hacia las capas de suelo inferior. Probablemente la composición del suelo sea en cierta medida arcillosa, lo que hace que a la acción del agua se comporte como un firme plástico, lo cual provoca el asiento de la cimentación, detectándose más agudo en la primera línea de fachada, y en el punto que se opone más perpendicularmente a la dirección de la caída de las aguas de lluvia. El milagro de nuestro edificio es que, a pesar del devenir de los años, del movimiento, de las cargas, los usos y las acciones meteorológicas, se mantenga en pie. Nosotros hemos querido compararlo a nosotros mismos, castellanos de raíz, esforzados y luchadores, encorvados por la acción del tiempo y de la historia, y animados siempre por el recuerdo de lo que otrora fuimos, viviendo de un recuerdo que ya no tenemos. Esa alegoría la recuperamos en nuestra “Casa Torcida”, y manteniendo su aspecto adusto y reforzado, instauramos un nuevo resplandor, significativo y simbólico, orgullosa de ser lo que ha sido y orgullosa, más aún si cabe, de lo que es ahora, y de su futuro.
En la última etapa de su vida útil, sus destinos han sido de lo más variopinto, pasando a ser desde una fonda, una peluquería, a unas cuadras y almacenes. En la actualidad, la idea surge del intento de mostrar a todos el interior, que había sido imaginado por propios y extraños, así como conseguir hacer un lugar donde disfrutar de la gastronomía tradicional interpretada hoy, un lugar donde traslademos la imaginación a otras épocas, recreemos nuestra mente en lo que allí pudo haber sucedido, y un lugar donde conozcamos, interpretemos, leamos y sintamos aquellas sensaciones propias que genera un espacio tan singular.